Desde la selección de la esmeralda hasta el momento en que se engasta en una pieza, se deben tomar precauciones extremas. Cualquier presión indebida o un error mínimo podría afectar su integridad. Es por eso que, en manos de un artesano poco experimentado, el riesgo de fractura es alto.
Cada vez que veo esa pieza, recuerdo el esfuerzo y el cuidado que pusimos en cada detalle. Es más que una joya: es el reflejo de la visión de un cliente y la dedicación que ponemos en crear algo verdaderamente único.